20 diciembre, 2010

sueño nº2


Era una tardes cualquiera, una tarde más. Ana y Manu estaban tumbados sobre el sillón de la habitación de la chica, robándose besos.
Era la tercera o cuarta vez que Manu entreba en aquella habitación, pequeña, acogedora, azul... Y solo había reparado en esos detalles, nunca se había fijado. Quizás por que tenía cosas más interesantes que mirar. Pero aquella calurosa tarde de invierno se fijó. Se fijó en la enorme mesa que había en una esquina, en las kilométricas estanterías repletas de libros, en el tarro:
-¿Qué es ese tarro de ahí?- le preguntó a Ana con curiosidad.
Ella sonrió, recordó el día en el que se le ocurrió la idea:
-Es mi tarro de los sueños.
Manu lo cogió y se sentó al lado de la chica. El tarro de cristal estaba lleno de polvo, hacía tiempo que nadie lo tocaba. Lo abrió con cuidado y sacó un papelito azul:

"Un picnic en la playa"

-¿Sueñas con un picnic en la playa?
-Si, pero no cualquier picnic. Quiero un picnic de esos que salen en las películas. Con su mantel de cuadros rojos y blancos, con su cesta de mimbre, su platos...
-Un picnic de película.
-Exactamente.
-No entiendo como puedo conocerte tan bien- finalizó él.
La sujetó del brazo y la sacó de la casa. Corría con ella detrás, bastante perdida.
Entraron en el coche.


Media hora más tarde estaban en la playa. Estaba desierta, pues a pesar de que hiciese calor era un día de invierno, próximo a la navidad.
El la dirigió hacia la orilla, y le tapó los ojos mientras hacia algo:
-¿Qué haces?
-Crear tu sueño.
Un precioso mantel yacía sobre la arena, sobre él una cesta de mimbre repleta de sandwiches y bocadillos, servilletas, platos... Ella estaba del todo perpleja:
-Tenía preparado un plan especial para hoy-dijo él.
-¿Especial? Pero si es una tarde cualquiera.
-Mentira, es tu cumpleaños.
Ella sonrió:
-¿Y como sabías que quería hacer un picnic en la playa?
-Intuición... ¿masculina?
Comieron, rieron, se besaron, se quisieron, se bañaron... En definitiva, una tarde especial, una tarde calurosa de invierno.

26 octubre, 2010

Carmen, 25 de septimbre


Ella caminaba calle arriba con sus perfectas botas negras, contenta. Día libre, todo para ella.
La mañana era oscura. Las nubes anunciaban un inminente chaparrón. Llovería, llovería en su día libre. Seguía contentísima.
Tenía un plan, y en ese plan tenía que llover. Quería que las calles mojadas fuesen para ella, todas para ella.
En cuanto calló la primera gota de agua la gente comenzó a refugiarse en sus casas, en las tiendas... y la calle se quedó desierta.
Estaba preparada, no tenía ni paraguas ni chubasquero... estaba del todo dispuesta a empaparse.
Poco a poco su pelo se fue adheriendo a su piel, la ropa pesaba cada vez más y ella comenzaba a tener frío. Trueno. El cielo se iluminó de improvisto, la ciudad se apagó. Trueno. Carmen seguía su camino a ninguna parte, corriendo, sintiendo el agua, fresca, sobre su piel. Si cerraba los ojos y se paraba podía sentir que estaba en el mar, flotando a la deriva. Trueno. Hechó a correr de nuevo, estaba a punto de terminar aquella interminable cuesta . Trueno. Corrió más rápido. Trueno. La calle seguía desierta. Trueno. No, no estaba desierta, había alguien. Trueno. Y le resultaba tan familiar... Él también la miraba... aquellos ojos negros... Trueno. Roberto.
El mundo se hizo a un lado, ya no sentía la lluvia sobre su piel, no escuchaba los ensordecedores truenos, solo sintió como sus pies tomaron las riendas de su cuerpo y se dirigieron derechos hacia él.
Estaba empapado, de arriba a abajo, como ella. Llevaba su pelo negro hacia atrás, dejando ver esos perfectos ojos oscuros:
-¿Carmen?
Ella volvió al mundo, volvió a escuchar los truenos, volvió a sentir la lluvia:
-¿Si? - dijo ella, algo perdida.
-No te veía desde hace...
-Mucho - añadió ella.
-Si.
No sabían de que hablar, ninguno articuló palabra alguna. Simplemente se miraban, recordando aquel único día que habían pasado juntos y que quizás algún día sea contado. Trueno. Ella tiritaba:
-Tienes frío -dijo él, no era una pregunta - vivo justo ahí detrás, ¿quieres una taza de café?
Era una propuesta dificilmente rechazable, estaba congelada. Quizás era algo estúpido, subir a su casa, quizás era lo más estúpido que fuese a hacer nunca, pero ella lo hizo.
La luz no había vuelto aún, estaba todo oscuro, se veía poco:
-Voy a buscar la linterna, espera aquí.
Ella observaba intrigada la habitación: una cama, una tele, una mesa, una alfombra y muchos libros. Sintió una pequeña luz contra la pared y se volvió para verle a él llegar:
-Esto... te traje una camisa por si quieres cambiarte, debes estar helada- añadió él.
Lo estaba, estaba congelada del todo. Cogió la camisa, le sonrió en señal de agradecimiento y se quedó dubitativa, "¿Donde voy a cambiarme?:
-El baño es compartido, esto es un piso de estudiante, lo más probable es que esté ocupado...
-Pues sal porfavor- susurró ella.
No rechistó y salió.
Al rato volvió a entrer, allí estaba Carmen, con su camisa favorita. Le quedaba como un vestido, demasiado grande. Se acercó involuntariamente y ella le miró, amenazante:
-Esto... - estaba rojo, pero no se notaba por la oscuridad - ¿Quieres una manta?
-Porfavor- rogó ella.

Al final se encontraron ambos sobre la cama, ella acurrucada en una manta y él a su lado, observandola. No había nada que hacer, seguían a oscuras:
-¿Hacemos algo?-dijo ella.
-Lo que quieras.
-Hablemos, ¿Que tal te han ido estos últimos meses?
-Bien, con los estudios y eso... lo de siempre, ¿Y tú?
-Igual, estudiando y trabajando - llevaba bastante tiempo queriendo saber algo... y ahora era el momento de preguntarlo - ¿Y las chicas? ¿Qué tal? ¿Ya tienes novia?
Se escondió en la manta:
-Pues... no, no tengo.
Una sensación de alivio la recorrió:
-¿Y novios?
-No.
La miró. ¿Quizás esa pregunta era una indirecta? No se lo iba a replantear. Sujetó el mentón de la chica y la besó. Ella se quedó encongida, sorprendida, no era lo que esperaba, pero no se lo iba a replantear. Soltó la manta y le besó. La única luz que había en la habitación era la tenue linterna tirada sobre el suelo.
Ninguno dijo nada, ninguno paró. Los besos sabían a menta y las caricias a miel, la ropa sobraba.

Abrazados bajo las sábanas, riendo, contando historias imposibles, hablando de cualquier tontería. Volvió la luz, y con ella la realidad:
-Debería volver, le prometí a mi madre que estaría para cenar.
Se removió incómoda en la cama. Él la miró. Se vistió con su ropa húmeda y se fue. Roberto corrió tras ella. Al llegar abajo allí estaba ella, esperandole, aún llovía:
-¿Sabes lo que siempre he deseado hacer? - le susurró ella.
Le sujetó ed la mano y juntos salieron del refugio del portal, la lluvia comenzó a empaparlos nuevamente:
-Besar a alguien bajo la lluvia.
Y eso hizo, antes de irse ella le susurró algo al oído:
-Este será un dia para recordar.

08 octubre, 2010

Ana, 25 Septiembre.



Llegó a la biblioteca de la facultad por vez primera. Era antigua, gigantesca. Por las ventanas se colaban pequeños rayos de sol que hacían brillar las diminutas motas de polvo que invadían el lugar.
Observó detenidamente las kilométricas estantería llenas de libros, "económicas, económicas, ¿Donde estará?".
Finalmente, y gracias a la ayuda de una de las bibliotecarias logró encontrar lo que buscaba: "Economía aplicada a la empresa Vol. I".
La antipática mujer le señaló un extraño aparato por el que debía pasar el libro para hacer efectivo el préstamo. Sin rechistar ni preguntar se dirigió hacia ella.
Había cola. Claro, era la única máquina de ese tipo en toda la biblioteca, y parecía que las bibliotecarias se negaban a trabajar. Suspiró. Tardaría un rato en salir de aquel sitio.
"Muy buenos días" le susurró alguien al oído.
Ella sabía quien era, digamos que esa forma de hablarle era inconfundible. Sus mejillas se encendieron al instante:
-Buenos días- respondió ella, dándose la vuelta.
En ese momento, al verle allí, de pie, sonriente, satisfecho, recordó lo ocurrido el día anterior y no pudo más que ponerse aún más roja:
-Bonito reloj - le dijo Manuel.
-Gracias, me lo regaló... Alberto.
Silencio absoluto.
La cola avanzaba, y pronto llegó el turno de Ana:
-Ya está, tu turno Manu.
-No, hoy no voy a sacar ningún libro- le susurró, riendo.
Ella sonrió también, era inevitable.
Salieron juntos de la biblioteca, demasiado pegados el uno al otro. En ese momento la urgencia de la chica por tocarle era tal que no le importó lo más mínimo:
-Hoy estás distinta, te noto... ¿más abierta?
"¿Más abierta? Qué querrá decir con eso" se preguntó a si misma.
Caminaron sin rumbo por la facultad hablando de todo y de nada. Ella tenía clase. Él tenía clase. Pero ninguno de los dos asistió.
Acabaron en la parte de atrás del edificio. Era un jardín, poco cuidado, pero precioso. Los árboles eran grandes y robustos, y empezaban a perder las hojas. Había matorrales silvestres por todas partes. Había incluso flores, flores blancas.
Sin darse cuenta, en algún momento del camino se había cogido de la mano, y no se habían soltado:
-No aguanto más, ¿A qué viene esa actitud tan extraña que tienes conmigo hoy? - preguntó ella, estaba un tanto irritada.
-Que actitud.
-Estás... no se. Normalmente estás pinchándome todo el rato y...
-¿Cómo un niño pequeño?
-¡Exacto!
-Eso lo hacía por que me gustaba ver como te picabas.
-¿Y a cambiado algo para que ahora no lo hagas?
Solo se le ocurrió una respuesta, pero no la dijo. La acorraló contra el árbol y la miró fijamente. Posó su mano sobre su cintura y la atrajo hacia si. Ella no se resistía como otra veces... eso le hizo sonreír.
"¡Venga! ¡Bésame! " imploró ella.
"¿Debería besarla?" se preguntaba él.
Los segundo transcurrían, eternos. Estaban a escasos centímetros el uno del otro.
Ana sentía la agitada respiración de Manuel sobre su boca, eso la hacía desearlo todavía mas.
Él sentía el temblor que la recorría.
Ella ya no podía esperar más, le rodeó el cuello con sus brazos y le miró a los ojos.
Él se quedó parado ante la respuesta de la chica.
Ella le besó, un beso largo, apasionado, mutuo, increíble, inolvidable, perfecto, de esos que te dejan sin aliento, de los que deseas repetir.

Se separaron, contentos, sonrientes:
-¿Qué a sido esto? - preguntó él.
-¿Enserio necesitas que te lo diga? - bromeó ella.

Se volvieron a besar, pero esta vez fue él. Él con uno de esos besos suaves, cariñosos, cortos... e increíbles.

-Quedamos esta tarde - dijo el chico.
-No creo que pueda esperar hasta esta tarde.
-¿Pero no tienes clase?
-Qué más darán las clases.
-Cierto, que más darán las clases. Nos vamos ahora.

Y se fueron. Y pasaron el mejor día que hallan recordado. Y antes de que Ana se fuese él le dijo:
-Ana, te quiero.
Y la chica se fue, sin responder, sonriente. Y pensó "este será un día para recordar".

26 septiembre, 2010

Y lo recordaremos...


25 de septiembre, 23:55h

Y ambas amigas pensaron:

"Este será un día para recordar"

02 septiembre, 2010

Y en una tarde calurosa


-¡Ana!- gritaba - ¡Ana!
La cortina seguía ocultando la habitación, y dentro de esta estaba la chica, dubitativa " Le he dicho que el beso fue un completo error, que no volvería a pasar y que prefería que fuesemos cada uno por nuestro lado. Llevo una semana sin hablar con él. No cojo sus llamadas... ¿Cómo le dejo claro que prefiero no verle?" se dijo a si misma.


Seguía todo cerrado. Sin respuesta. Hacía un calor horroroso, sentía que se derretía. Pero apesar de ello no pensaba moverse de allí. Él también podía opinar sobre lo que había pasado, ella se había limitado a decir lo que pensaba y a pasar de él, "No señor, ni en broma"


Habían pasado 2 horas y Manu todavía no se había movido, seguía plantado frente a su casa, al sol. Sentía la necesidad de bajar y decirle a la cara que lo odiaba, lo odiaba por hacer que le quisiera tanto. Pero no lo haría, todavía no había hablado con Alberto y no permitiría que volviese a pasar. O eso creía ella.


"La ventana no está demasiado alta..." pensó Manu. Estaba pensando en poner todas sus cualidades atléticas en práctica para llegar hasta ella. EL calor le había agotado, pero aún así comenzó a coger carrerilla.


"¿Qué va a hacer el loco este?" se preguntó ella. Estaba mirando fijamente su ventana... estaba tramando algo. De repente comenzó a caminar. Se estaba alejando. "¿Se va?" Por alguna razón se sentía muy dolida. "Pero si esto es lo que yo quería, quería que se fuese". No era verdad. Bajó las escaleras corriendo y abrió la puerta de golpe, justo cuando él intentaba saltar...


-¡Joder! - gritó él. "No llego" pensó. Mientras se lamentaba tirado en el suelo escuchó algo.


-¡Te odio!- le gritó, raviosa. Como podía ser que se hubiese dejado engañar por él.


Se levantó y la vió allí, junto a la puerta, jadeando:

-¿Ana? ¡Ana!

Se acercó a ella, cauteloso:

-No me has dejado decir nada- añadió él.

-No te he dejado decir el que.

-Que yo quiero estar contigo, que me da igual Alberto. Si quieres hablo yo con él... yo que se. Pero no puedes pasar de mi asi por que si. No puedes, por que en este tema somos dos, y la que tomó esa decisión fuiste tú.

Ambos estaban jadeando, poco a poco habían subido el tono de la voz, estaban gritando:

-Pero es que yo no quiero verte más- exclamó ella.

Habían salido un par de vecinos para ver que pasaba. Manu se dió cuenta y se acercó a ella. Ana retrocedió, pero se encontró arrinconada entre la pared y el chico, que cada vez se acercaba más. Manu se acercó al oído de Ana y le susurró " Pero yo si". Fue una respuesta tajante.


Ana se esperaba lo peor. "No, no, no" se negaba a si misma. Se acercaba demasiado a ella, aquello iba a acabar mal, le odiaba, le odiaba muchísimo por hacer que ella le quisiese tanto:

-Te odio.

-¿Otra vez? - añadió él molesto - ¿Por qué me odias?

-Por... por que me haces quererte, y lo odio.

Sonrió. Fue un sonrisa amplia, feliz, real. Pero eso fue lo único que hizo, sonreír. Se separó de ella poco a poco. La observó una última vez. La besó levemente en la mejilla y se fue, con paso lento, feliz. Y Ana se quedó allí, sin saber exactamente que había pasado.

30 agosto, 2010

Y cuando Carmen trabajaba...


Un nuevo día. Estaba rodeada de libros, enormes estanterías repletas de historias, de aventuras, de fantasías...

Carmen estaba trabajando en la librería, cansada y esperando a que su turno finalizace. Había comenzado aquel trabajo para pagar el viaje que ella y Ana habían planeado para navidades. Un viaje "Only for girls". Se irian a Londres. Londres en invierno debía ser precioso. Londres nevado... era sus sueño.

La campanilla de la puerta sonó y Carmen se despejó de la ensoñación ipsofacto. No alcanzaba a ver quien había llegado, el cliente se había colado entre las estanterías según entró. "Como roben algo, me la cargo" se dijo a si misma, por lo que dejó su puesto para buscar al misterioso cliente:

-¡Bu!- le gritaron justo antes de torcer hacia la derecha. Se sobresaltó muchísimo, tanto que entre sus labios se formó un grito:

-Te asusté, ¿eh?.

Era Ana, su quierida amiga Ana, recuperada, alegre, con una sonrisa en la cara:

-Dios, te mato, te lo juro.- dijo Carmen aferrandose a una columna.

Las dos amigas volvieron a la caja donde había estado Carmen hacía solo unos segundos y hablaron. Charlaron, rieron, bromearon... Así toda la tarde, practicamente hasta que acabó el turno de la chica.

Sonó la campanilla.

Entró un chico alto de ojos negros. Carmen se quedó muda de repente. Él esbozó una sonrisa amplia:

-Vaya, que coincidencia- añadió él.

En vistas de que Carmen se había quedado sin palabras contestó Ana:

-Hola, soy Ana, amiga de Carmen.

Le propinó un codazo a la chica, haber si reaccionaba:

-Ho... hola, Ana, este es Roberto.

El chico sonrió y saludó a Ana. Se apoyó sobre la mesa y observó a Carmen:

-No esperaba verte tan pronto... ¿Trabajas aquí?

-No... osea, si, trabajo aquí.

-¿Y a qué hora sales?

-Sale dentro de media hora- se apresuró Ana.

El chico sonrió nuevamente.

-Bien, entonces ¿Paso por aquí dentro de media hora y vamos a tomar algo?

-Desde luego... - volvió a responder Ana.

Roberto se despidió y salió de la tienda, con la promesa de que volvería un rato después. Ana sonreía... Carmen se temía algo malo, su amiga la iba a avasallar a preguntas los próximos 30 minutos. Pero a pesar de ello, estaba contenta, muy contenta.

11 agosto, 2010

Un día cualquiera


-O dios mio, o dios mio - se gritaba a si misma.

Llegaba tarde, había quedado con Ana y llegaba muy tarde.

Aparcó rápidamente y recorrió el camino restante mientras corría. Tenía 10 llamadas perdidas de Ana.

Al llegar se encontró con que Ana se había marchado, había vuelto a su casa "Mierda, con lo que me había costado sacarla..." Era culpa suya, se había entretenido viendo la tele...

Ya que estaba allí no se iba a ir a su casa, así que se fue a uno de los puestitos que había en la plaza y se pidió algo de comer.

El perrito caliente estaba ardiendo, era incomible de lo caliente que estaba... MIentras esperaba a que se templace se encontró observando el parque.

Los niños jugaban en los columpio, protegidos de la llovizna de la mañana por los enormes y frondosos árboles. Varias parejas caminaban, ajenos a su alrededor, abrazados. Se le escapó una sonrisa, era inevitable, aquello era precioso:

-¿Qué haces?- preguntó alguien.

-¿Yo? Nada - respondió.

Aquella persona no le sonaba de nada, no la había visto en la vida.

-Solita a estas horas en un parque... a saber quien te habrá dejado colgada.

Se le escapó una sonrisa, no había sido ella la que se había quedado colgada:

-¿Te importa que me siente contigo? - dijo - A mi también me han dejado colgado.

-Adelante.

-Soy Roberto - anadió él, orgulloso de su nombre.

-Encantada - sonrió - yo soy Carmen.



Siento haber tardado tanto!! pero es que estoy un poco escasa de inspiración ultimamente... xD Y... Muchas gracias a todos por seguirme!! Besos.

06 agosto, 2010

sueño nº1


-¿Y este bote?-le preguntó Carmen.

-Mis sueños.

-Que curioso... ¿Puedo coger uno?- añadió, leyendo uno de los papeles.

-Claro, todo tuyo... :


"Sueño nº 1:

Bailar con alguien especial."


-Pero que clase de sueño es este.

-Pues... el mio - rió Ana - sueño con bailar con alguien especial, alguien a quien yo quiera con locura... en un prado, al atardecer, escuchando a Metric. Una tarde para nosotros...
-Y quien es el afortunado.
-Sinceramente -dijo mirandola fijamente - no tengo ni idea.


05 agosto, 2010

Chica como las demás


-Nunca pensé que fueras de esas- añadió Carmen.

-De cuales- preguntó Ana.

-De esas chicas que se deprimen por un chico... o por dos. No te puedes encerrar en tu cuarto, el hecho de que estes deprimida no para el mundo, sigue. Y tú deberías seguir con el, no quedarte atrás.
-No tengo ganas.
-Deberías- concluyó la chica- salta, baila, vuelve a tu vida, no seas idiota.

03 agosto, 2010

Desastrada


Se sentía culpable, deprimida, desastrada, hecha mierda, avergonzada, triste, odiosa, enfadada, estúpida, sola, vulnerable... se sentía muy mal. La había besado y no se había resistido... había engañado a Alberto, y nunca lo había hecho.

27 julio, 2010

El tarro de los sueños


-Dime Ana, ¿Has tenído alguna vez un sueño?- le preguntó el bajo la lluvia.

-¿Solo uno?-bromeó ella- He tenido muchos, muchísimos, demasiados... tantos que podría tener un tarro de sueños, lleno de cientos de papelitos de colores con ellos.

-Vaya-dijo él- Yo no he tenido muchos, más bien pocos, ¿Pero sabes qué?

-Que.

-Uno se cumple ahora.

Y la volvió a besar, bajo la lluvia.


Al día siguiente Ana lo pensó, recordó las palabras de Manu... sueños. Y lo hizo, llenó un tarro entero con papelitos de colores con sus sueños.

24 julio, 2010

La lluvia


Conducía por la autopista desierta. Tenía la ventanilla abierta, y por ella entraba la brisa fresca, mezclada con gotitas de agua que comenzaban a caer.

Volvía a casa de la fiesta, había dejado a Carmen en su casa y se dirigía a la suya... había conseguido evitar a Alberto. Estaba pensativa, los efectos del alcohol habían desaparecido, todo había vuelto a aparecer.

Se sorprendió a si misma cogiendo una salida de la autopista que no era. Aquella carretera no la llevaba a su casa, ni por asomo. "Quizás estoy demasiado dormida y ya no me entero de lo que hago" pensó. Pero se equivocaba otra vez.

Había empezado a llover, y el parabrisas estaba empapado. Había subido la ventanilla, pero tenía calor, necesitaba algo de fresco, necesitaba brisa.

Aparcó en el lugar más próximo que encontró y salió del cohce dando un portazo. Se encontró debajo de la lluvia, fresca, que la mojaba, que la refrescaba, Y la luna, enorme a lo alto, observandola. En ese momento se sintió de maravilla, se sintió viva, perfectamente, se sentía bien. Sus complejos habían desaparecido, sus problemas también. Y en ese momento tomó una decisión.

Entró el en coche empapada y siguió la carretera, había cogido la salida acertada.

Diez minutos tardó en llegar, solo diez. Miró la hora, eran las cinco de la mañana, pero su habitación estaba iluminada. "Esto es estúpido, solo pasa el las pelis" se recriminó. Cogió una pequeña piedra que encontró en el suelo y la tiró hacia la ventana. No hizo falta más, inmediatamente se abrió y apareció él, que la observó.

Había bajado, estaba frente a ella, y no sabía que decir:

-Hola- vaya estupidez.

-Hola-respondió él.

Era el momento indicado, o quizas no... quien sabe. Se acercó a ella, poco a poco, empapada de pies a cabeza, aunque él también lo estaba ahora. Su cara se acercó a la de ella, poco a poco, y la besó.

23 julio, 2010

Una noche para olvidar


Estaba fatal, dios, estaba fatalmente mal...

Carmen y Ana salieron con unos amigos esa noche, evidentemente, Alberto había acudido también. Ana no podía librarse de un sentimiento de culpa que la corroía por dentro, pero no sabía exactamente por que. En realidad lo sabía, pero no era capaz de aceptarlo. Le gustaba, y mucho, ese chico de nombre Manuel, pero ella tenía novio, un novio al que había querido antaño, pero que ya... no quería. Y le costaba aceotar eso, no lo quería reconocer, no quería cambiar su vida, estaba bien... pero tenía miedo. Miedo de acabar casada con un hombre que no quería, miedo de llevar una vida que nunca quiso... pero no le quería, y tampoco quería hacerle daño.

Esa noche se propuso emborracharse, no tenía ganas de pensar...

Cerveza, era lo único que tenía a mano... bueno en realidad cerveza y vino de garrafa... el que había organizado la fiesta no se había esmerado demasiado... Se decantó por la cerveza. Bebía mientras reía los chistes de otros, mientras Alberto la observaba, a su lado, preocupado. Sentía el fresco líquido bajar por su garganta... y lo saboreaba. Al principio le pareció asqueroso, nunca le había gustado la cerveza. Pero a medida que aumentaban los sorbos le gustaba más, y más, hasta que ya no pensaba en su problema, estaba feliz, divirtiendose con amigos y gente que conocía, también con gente que había querido hace mucho y que detestaba... pero no le importó lo más mínimo, daba igual, estaba feliz. Feliz como no había estado en mucho tiempo, y no le importaba nada, estaba bien:

-¡Ana! ¿Que haces?-dijo Alberto mientras le arrancaba de las manos la botella de cerveza- Nunca bebes tanto... El alcohol no es la solución.

"¿El alcohol no es la solución?" se preguntó ella "Solución a que" él habría intuido algo... Lo cierto es que Ana se le quedó mirando fijamente a los ojos, él la besó, y no sintió nada. En ese momento supo algo. Tenía que dar un paso. Tenía que hacer algo.

18 julio, 2010

El sueño


"Ella estaba allí, de pie, miraba a todas partes, no tenía ni idea de donde estaba. Buscaba algo. De repente miró en mi dirección. Su pelo castaño caía sobre sus hombros, era largo... precioso. Pasó el rato, no me había dado cuenta, pero no me había movido, me había quedado mirandola. Se acercó, se acercó mucho, y luego pasó de lado, iba hacia el ascensor.

No lo pude evitar, la seguí con la mirada. Me hizo mucha gracia la expresión de su cara, estaba totalmente confundida. "Mierda tengo clase" me dije. Salí rápidamente de mi ensoñación y corrí hacia clase. ¡PUM! Me había tropezado con alguien, tenía prisa, estaba cabreado conmingo mismo, ¡Me había quedad enbobado mirando a una tía!:

-Vigila mejor por donde vas-dije.

-Borde-dijo ella."


Se despertó de golpe, lo había vuelto ha hacer, había vuelto a soñar con ella, con la vez que la vio por primera vez. Últimamente solo soñaba con ella, y le estaba comenzando a molestar, ¿Tenía que hacer algo? y si lo tenía que hacer, ¿Qué tenía que hacer exactamente?

Debía dar un paso... si, eso debía hacer.

01 julio, 2010

un día de playa

Era un día de playa, un increible día de playa de septiembre. Era sábado. Carmen y Ana decidieron ir a la playa... en realidad Carmen, Ana y Alberto.


Estaba lleno, de bote en bote, y fue bien difícil encontrar sitio, pero no imposible. Se tumbaron sobre las toallas a dejar que el sol les bañara. Alberto se había situado muy cerca de Ana, tanto que podía resultar incómodo "Pero es mi novio, se supone que puede" pensó ella:


-Demasiado calor- dijeron las chicas a la vez.


Se echaron a reír por la extraña coincidencia y salieron corriendo, dejando a aquel chico con cara de idiota, el cual las siguió ipsofacto.


El agua estaba fría, congelada, pero igualemente a Ana le encantaba. El agua la hacía sentir libre, flotaba. Además, debajo de ella no se oía nada, solo se sentía la tenue corriente contra su piel. Era un lugar para pensar, para sentir, para aclararse. Por eso le encantaba sumergirse.


No se había dado cuenta, pero Carmen ya había salido, solo quedaban Alberto y ella. Él le hacía señales para que saliera. NO tenía ganas, así que negó con la cabeza. Decepcionado volvió solo.


Durante su ensoñación de repente algo la empujó hacia el fondo de la playa "!Socorro¡" intentó gritar, pero ya estaba bajo el agua. Estaba asustada, aquello le había parecido eterno, había estado bajo el agua una eternidad... pero solo habían sido unos segundos. Al emerger su corazón se paró de golpe, era él, si, Manu. "¿Pero qué hace aquí?" se dijo. Miró nerviosamente hacia las toallas, pero Alberto estaba hablando con su amiga, "No hay peligro...¿Qué peligro podía haber?" se dijo a si misma avergonzada. Estaba ahí, en frente de ella, con el pelo mojado sobre su cara, esos ojos verdes observandola y esa piel morena... que la estaba tocando:


-¿Tú por aquí?-preguntó él.


-Si... que casualidad-dijo ella, nerviosamente.


-No creo.


"¿No creo?" se preguntó ella. No se había dado cuenta, pero él estaba extrañamente cerca de ella, se estaba empezando a poner más nerviosa todavía. Seguía observando nerviosamente las toallas... parecía un tick. Él lo intuyó, no quería que la vieran. La agarró por los brazo y la undió con él. La besó, un roce de labios, pero un beso. Un beso salado, húmedo, tierno, cálido... Ella ni se lo creía, pero todavía faltaban cosas que creer. Una vez emergieron se encontró de frente con su novio, que la miraba preocupado, y acto seguido la abrazaba:


-Joder, de repente no teví y me preocupé- le susurró.


Se dió cuenta de la presencia de Manu y le mató con la mirada:


-¿Y este es...?-preguntó inquisitivo.


Y ella hizo lo peor que se le hubiese ocurrido:


-Alberto, este es Manu. Manu, este es Alberto.


Presentarlos:


-Soy su novio.

27 junio, 2010

El chico

Carmen ojeaba la revista entusiasmada mientras Ana observaba las nubes pasar:
-¡Mira! Un test, me encantan-gritó- vamos a hacerlo venga.
Obligó a Ana a sentarse sobre la cama de aquella habitación destartalada "No... ¡no tengo ganas!" pensó ella. Eran un montón de preguntas, parecían no acabarse. Ninguna tenía ningún sentido especial, ninguna era interesante, lo típico de las revistas para chicas adolescentes:
-Vale, la última: ¿Le has robado alguna vez algo a alguien especial?-dijo con voz insinuante.
Después de tantas preguntas estúpidas Ana se quedó impactada, le venían muchos recuerdos de repente:
-Si, una figurita de un mono amarillo.
La cara de Carmen era un cuadro, "¿Un mono amarill0?" pensó:
-¿Y a quien se lo robaste?
-No lo robé... lo tomé prestado- y sonrió.
-¡Aja! Ya me estás contando la historia.
"Fue hace unos 4 años más o menos, en 3ºE.S.O. Había un chico en mi clase que era... como decirte lo atractivo que era. No era realmente guapo, ni feo desde luego... pero tenía algo que me atraía como una loca. Era un mujeriego, salía con todas las tías que se le ponían por delante... o casi todas. En clase se comportaba como un completo imbécil, había momentos que era insoportable. Muchas veces me preguntaba a mi misma como me podía atraer semejante idiota.
Pero a mitad del curso algo cambió, se mudó muy cerca de mi casa, y comencé a conocerle de verdad. En realidad era todo fachada, era amable, gracioso... y comenzó a atraerme aun más. Empezó a llamarme a menudo para dar una vuelta... para ir a tomar algo... para salir. La verdad es que acabamos haciendonos muy buenos amigos, se lo contaba todo. Pero en clase seguía con su estúpida fachada, era algo que me frenaba bastante a la hora de acercarme más a él. definitivamente me había enamorado de él, pero estaba segura de que él no sentía lo mismo por mí.
De repente todo comenzó a cambiar, igual que empezó terminó. Encontró una novia, que más bien era otro ligue de los que él se buscaba... pero con más duración digamos. Nunca quedaba con ella más que en su casa. Yo comenzé a distanciarme de él, no quedabamos tanto, no le contaba tantas cosas...
Pero en realidad yo no quería que se acabara. Una tarde llamé a su puerta, necesitaba alguien con quien hablar y el único que tenía era él. Al abrir la puerta comenzaron a derramarse mis lágrimas, se quedó boquiabierto, preocupado. Enseguida comenzó a preguntarme que me había pasado, por que lloraba. Me abrazó y yo me abracé a él, le mojé toda la camisa con mis lágrimas, por las lágrimas que había probocado él mismo sin saberlo, supongo. Me intentó ayudar, me consoló y me hizo reír, eso era lo que me gustaba de él, siempre me hacía reír. Acabamos abrazados sobre el sofá, riéndonos de los vídeos estúpidos de youtube. Le estaba tan agradecida por ayudarme... Nuestras miradas se cruzaron, y me besó. Me besó y me volvió a besar. Yo solo me enteré de que era él el que me besaba, y eso era lo que quería, así que me dejé llevar.
Me desperté por la mañana en su cama. Era lunes, es decir, tenía clase. Me puse la ropa rápidamente y salí de la habitación, o eso era lo que tenía pensado hacer. Me di la vuelta y le besé mientras dormía, no le iba a despertar. Antes de marcharme vi una figurita en su mesilla de noche, la cogí sin pensarlo, era un mono amarillo. Sabía que aquello no se iba a repetir asi que me lo llevé como recuerdo."
-Y bueno, ¿Como se llamaba?-preguntó Carmen entusiasmada.
-Alberto-dijo ella, tajante.
-¿Y que fue de ustedes?
-Es mi novio.

25 junio, 2010

¿La chica del pelo de fresa?


La chica del pelo de chocolate estaba harta de ser ella misma, quería dejar de ser la chica del pelo de chocolate... quería ser la chica del pelo de fresa, de rosas, de atardeceres...

-Pero haber, ¿Qué hago?-preguntó ella.

-Deberías, ¡Claro que deberías! ¿Tú quieres cambiar, no? ¡Adelante! atrevete-la animó Carmen.

Siguieron hablando y bromeando, eligieron color, tono... todo. Mientras tanto alguien escuchaba:

-No creo que debas cambiar el color de tu pelo, a mi me gusta-dijo él.

Sorprendidas le observaron, era alto... muy alto, era pelirrojo, y de ojos verdes . "Seguro que es guiri" pensó Carmen:

-Y tu quien eres- espetó .

-No se- bromeó él- ¿Quién soy?

Carmen no tenía ganas de bromear con él. No le gustaba ese chico, la miraba de una forma... digamos que extraña. Se dispuso a dejar el lugar en compañía de su amiga, pero él no las dejó:

-Manuel, mis amigos me llaman Manu.

-Carmen-No sabía exactamente por que lo había dicho- Y esta es Ana.


Ana, la chica del pelo de chocolate, se quedó igual. ¿Por qué? Quizas... por que a él le gustaba.

21 junio, 2010

¿sociable?


Ella estaba en medio de la clase, en las nubes, su nube. Imaginaba como sería su vida a partir de ese mismo momento. Se imaginaba todo tipo de fiestas, risas, AMIGOS... locuras, estupideces, borracheras, una vida. Se imaginaba una vida que no había tenido.

Despertó de repente de su ensoñación. Alguien le estaba dando patadas. -"¡Ni que fueramos niños de preescolar porfavor, que estamos en la universidad!"- pensó ella. Giró la cabeza y se encontró allí al chico de aquella primera mañana en la facultad. -"Mierda, todo me pasa a mi"- se dijo a si misma, molesta. Él la miraba extrañado, riendose. Ella le ponía de las caras más enfadadas que tenía -"Se va a creer que estoy loca... ¡Me da igual! Que se vaya al cuerno"- pensó. Se volvió hacia delante y no le volvió a mirar, aunque sus patadas persistieron.

Hora de comer, en la cafetería. Había tenido un día absolutamente horroroso y solitario. No había conocido a nadie. Ya había desistido de ese proposito por hoy (el de conocer a alguien), pero el destino no lo quiso así. Se llevaba su bandeja de comida hacia la mesa, pensando, en su mundo, cuando tropezó con alguien. ¡PUM! ¡PAF! ¡AH!. Todo el mundo les observaba -"Mierda..."-. No le dio tiempo de levantar la vista, alguien se le había tirado encima:

-¡No puede ser! ¡Que contenta!-gritaba la persona que la abrazaba.

La intentó apartar, fue difícil, pero finalmente lo consiguió. Era ella, su amiga de la infancia, Carmen, estaba allí...

-¿Carmen? ¡Carmen!-y la abrazó.

-¡En la misma universidad! Pero si tu te ibas fuera-le dijo a la chica del pelo de chocolate.

-Lo se... pero no conseguí entrar, ¡Estamos juntas!

La gente que las observaba se quedaba perpleja. Solo había una persona que observaba con curiosidad... con más curiosidad que el resto.

28 mayo, 2010

La etapa que se va.


Camina, camina y vuelve a caminar.

Piensa, piensa y vuelve a pensar.

Grita, grita y vuelve a gritar.

Todo pasa por tu cabeza y nada pasa por ella.

Solo quieres olvidar, caminar largo y tendido... lejos. MUY LEJOS!!

10 mayo, 2010

La chica del pelo de chocolate

La chica del pelo de chocolate es alta, y tiene los ojos más azules que nunca hallas visto, atrae miradas. Pero no la suya. Se solía autodenominar "Miss complejos" no le gustaba su cara de niña, no le gustaba su cuerpo al que le sobraban algunos kilos, no se gustaba a si misma, en ningún aspecto. Su vida era muy "Aburrida", y esperaba desesperadamente un cambio. Un cambio que iba a llegar. Iba a comenzar la universidad, lo que significaría nuevos amigos, nuevo ambiente.

Llegó temprano a la facultad de económicas, perdida, muy perdida. Frente a ella se mostraba un paisaje compuesto por demasiados pasillos, todos interconectados entre si, y todos iguales.No tenía ni idea de por donde empezar. Volvió a observar el papel que llevaba en sus manos una vez más "Clase 2-B, piso 4º". Suspiró valientemente y reanudó su camino. Después de pasar 14 veces por el mismo pasillo... o eso creía ella, encontró un ascensor "¡Mi salvación!" pensó.Una vez dentro se quedó totalmente alucinada " ¿Pero qué...? "Los botones eran totalmente incomprensibles. No era solo que no se pudiese leer prácticamente nada por que las letras estaban borradas por el uso, sino que la distribución de estos no tenía sentido alguno. Aparecían dos en la parte superior y dos en la inferior, tres a un lado y cuatro a otro. "¿Pero aquí se creen que somos adivinos?" Desistió, y salió rápidamente de aquel incomprensible ascensor. Pero en su huída se chocó contra algo... ¿O alguien?
Definitivamente... alguiem. Al levantar la vista le vio. Con cara de muy pocos amigos y con el mayor cabreo de la historia:
-Vigila mejor por donde caminas-soltó.
-Borde-espetó ella.