23 julio, 2010

Una noche para olvidar


Estaba fatal, dios, estaba fatalmente mal...

Carmen y Ana salieron con unos amigos esa noche, evidentemente, Alberto había acudido también. Ana no podía librarse de un sentimiento de culpa que la corroía por dentro, pero no sabía exactamente por que. En realidad lo sabía, pero no era capaz de aceptarlo. Le gustaba, y mucho, ese chico de nombre Manuel, pero ella tenía novio, un novio al que había querido antaño, pero que ya... no quería. Y le costaba aceotar eso, no lo quería reconocer, no quería cambiar su vida, estaba bien... pero tenía miedo. Miedo de acabar casada con un hombre que no quería, miedo de llevar una vida que nunca quiso... pero no le quería, y tampoco quería hacerle daño.

Esa noche se propuso emborracharse, no tenía ganas de pensar...

Cerveza, era lo único que tenía a mano... bueno en realidad cerveza y vino de garrafa... el que había organizado la fiesta no se había esmerado demasiado... Se decantó por la cerveza. Bebía mientras reía los chistes de otros, mientras Alberto la observaba, a su lado, preocupado. Sentía el fresco líquido bajar por su garganta... y lo saboreaba. Al principio le pareció asqueroso, nunca le había gustado la cerveza. Pero a medida que aumentaban los sorbos le gustaba más, y más, hasta que ya no pensaba en su problema, estaba feliz, divirtiendose con amigos y gente que conocía, también con gente que había querido hace mucho y que detestaba... pero no le importó lo más mínimo, daba igual, estaba feliz. Feliz como no había estado en mucho tiempo, y no le importaba nada, estaba bien:

-¡Ana! ¿Que haces?-dijo Alberto mientras le arrancaba de las manos la botella de cerveza- Nunca bebes tanto... El alcohol no es la solución.

"¿El alcohol no es la solución?" se preguntó ella "Solución a que" él habría intuido algo... Lo cierto es que Ana se le quedó mirando fijamente a los ojos, él la besó, y no sintió nada. En ese momento supo algo. Tenía que dar un paso. Tenía que hacer algo.

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