01 julio, 2010

un día de playa

Era un día de playa, un increible día de playa de septiembre. Era sábado. Carmen y Ana decidieron ir a la playa... en realidad Carmen, Ana y Alberto.


Estaba lleno, de bote en bote, y fue bien difícil encontrar sitio, pero no imposible. Se tumbaron sobre las toallas a dejar que el sol les bañara. Alberto se había situado muy cerca de Ana, tanto que podía resultar incómodo "Pero es mi novio, se supone que puede" pensó ella:


-Demasiado calor- dijeron las chicas a la vez.


Se echaron a reír por la extraña coincidencia y salieron corriendo, dejando a aquel chico con cara de idiota, el cual las siguió ipsofacto.


El agua estaba fría, congelada, pero igualemente a Ana le encantaba. El agua la hacía sentir libre, flotaba. Además, debajo de ella no se oía nada, solo se sentía la tenue corriente contra su piel. Era un lugar para pensar, para sentir, para aclararse. Por eso le encantaba sumergirse.


No se había dado cuenta, pero Carmen ya había salido, solo quedaban Alberto y ella. Él le hacía señales para que saliera. NO tenía ganas, así que negó con la cabeza. Decepcionado volvió solo.


Durante su ensoñación de repente algo la empujó hacia el fondo de la playa "!Socorro¡" intentó gritar, pero ya estaba bajo el agua. Estaba asustada, aquello le había parecido eterno, había estado bajo el agua una eternidad... pero solo habían sido unos segundos. Al emerger su corazón se paró de golpe, era él, si, Manu. "¿Pero qué hace aquí?" se dijo. Miró nerviosamente hacia las toallas, pero Alberto estaba hablando con su amiga, "No hay peligro...¿Qué peligro podía haber?" se dijo a si misma avergonzada. Estaba ahí, en frente de ella, con el pelo mojado sobre su cara, esos ojos verdes observandola y esa piel morena... que la estaba tocando:


-¿Tú por aquí?-preguntó él.


-Si... que casualidad-dijo ella, nerviosamente.


-No creo.


"¿No creo?" se preguntó ella. No se había dado cuenta, pero él estaba extrañamente cerca de ella, se estaba empezando a poner más nerviosa todavía. Seguía observando nerviosamente las toallas... parecía un tick. Él lo intuyó, no quería que la vieran. La agarró por los brazo y la undió con él. La besó, un roce de labios, pero un beso. Un beso salado, húmedo, tierno, cálido... Ella ni se lo creía, pero todavía faltaban cosas que creer. Una vez emergieron se encontró de frente con su novio, que la miraba preocupado, y acto seguido la abrazaba:


-Joder, de repente no teví y me preocupé- le susurró.


Se dió cuenta de la presencia de Manu y le mató con la mirada:


-¿Y este es...?-preguntó inquisitivo.


Y ella hizo lo peor que se le hubiese ocurrido:


-Alberto, este es Manu. Manu, este es Alberto.


Presentarlos:


-Soy su novio.

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