24 julio, 2010

La lluvia


Conducía por la autopista desierta. Tenía la ventanilla abierta, y por ella entraba la brisa fresca, mezclada con gotitas de agua que comenzaban a caer.

Volvía a casa de la fiesta, había dejado a Carmen en su casa y se dirigía a la suya... había conseguido evitar a Alberto. Estaba pensativa, los efectos del alcohol habían desaparecido, todo había vuelto a aparecer.

Se sorprendió a si misma cogiendo una salida de la autopista que no era. Aquella carretera no la llevaba a su casa, ni por asomo. "Quizás estoy demasiado dormida y ya no me entero de lo que hago" pensó. Pero se equivocaba otra vez.

Había empezado a llover, y el parabrisas estaba empapado. Había subido la ventanilla, pero tenía calor, necesitaba algo de fresco, necesitaba brisa.

Aparcó en el lugar más próximo que encontró y salió del cohce dando un portazo. Se encontró debajo de la lluvia, fresca, que la mojaba, que la refrescaba, Y la luna, enorme a lo alto, observandola. En ese momento se sintió de maravilla, se sintió viva, perfectamente, se sentía bien. Sus complejos habían desaparecido, sus problemas también. Y en ese momento tomó una decisión.

Entró el en coche empapada y siguió la carretera, había cogido la salida acertada.

Diez minutos tardó en llegar, solo diez. Miró la hora, eran las cinco de la mañana, pero su habitación estaba iluminada. "Esto es estúpido, solo pasa el las pelis" se recriminó. Cogió una pequeña piedra que encontró en el suelo y la tiró hacia la ventana. No hizo falta más, inmediatamente se abrió y apareció él, que la observó.

Había bajado, estaba frente a ella, y no sabía que decir:

-Hola- vaya estupidez.

-Hola-respondió él.

Era el momento indicado, o quizas no... quien sabe. Se acercó a ella, poco a poco, empapada de pies a cabeza, aunque él también lo estaba ahora. Su cara se acercó a la de ella, poco a poco, y la besó.

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